la angustia del 8vo mes
Tu bebé llora tanto cada vez que tenes que salir que
te vas llena de angustia, o desapareces de su vista un instante porque necesitas
ir al baño y apenas cerras la puerta escuchas sus alaridos. Bienvenida a la “angustia
del octavo mes”! Y antes que digas pero el mío ya tiene un año y seguimos así!,
te cuento que es esperable que se dé entre los 6 meses y el año de edad, y su aparición
y duración varía según cada bebé y cada familia. Paciencia: la ansiedad por separación
o angustia del octavo mes es sólo una etapa y es completamente normal en el
desarrollo evolutivo de todo niño.
Es una etapa de cambio, es la manifestación de que el
bebé ha podido establecer lazos de apego sólidos y de que está en proceso de
estructuración y organización de su psiquismo, en el pasaje de la
indiferenciación a la construcción de su
ser autónomo. Marca el inicio de la independencia respecto al otro, y coincide
habitualmente con la adquisición de la capacidad de movilizarse sólo y la
incorporación de alimentos sólidos. Esta etapa representa un gran trabajo para
el bebé y es en sí misma un indicador de salud que nos dice que el niño está
creciendo y madurando saludablemente.
En el pasaje por este momento del desarrollo los bebés
lloran porque al perder de vista a su mamá sienten que han sido abandonados,
que están en peligro, y no porque sean caprichosos o “mameros”. Si los
estallidos de angustia se resuelven desde el amor, la disponibilidad y la
comprensión, gradualmente aprenden a regular sus emociones, afirmándose en la
base de confianza y seguridad que sus padres le ayudan a construir con su presencia. Si en cambio ante el estallido el
adulto no puede controlar su propia angustia, o si desatiende la demanda del
bebé, el llanto se prolongará y escalará en intensidad, redundando en mayor
angustia y en dificultades futuras para confiar en los demás y resolver
situaciones de ansiedad.
Qué hacer?
La paciencia y la empatía son fundamentales en esta
etapa. El estallido de angustia o ansiedad no es evitable, pero sí puede ser acotado.
Nunca dejarlos llorar solos ayudará a que aprendan que vamos a volver pronto o
que no nos fuimos de casa sino sólo de su vista. Despedirse, anticiparles el
regreso, hacer juegos de escondite simple (“adónde está mamá? – Acá está!”) son
recursos básicos a tener en cuenta.
Cada bebé tiene sus tiempos y sus modos, pero siempre
los extremos son señales de alerta: un bebé que jamás llora o que no muestra
angustia en ningún momento es tan llamativo como aquel que llora constantemente
sin poder aplacar la ansiedad. Habitualmente algunas entrevistas de orientación
a padres con un profesional especializado son suficientes para encausar el
proceso por vías más saludables.
Siempre abrazarlo, consolarlo, contenerlo,
para que aprenda amorosamente que no está sólo ni en peligro, y que si mamá no está al alcance de su vista es
momentáneo, porque la separación no es abandono.
Lic. Gabriela Nelli
Nota publicada en revista Nacer y Crecer, junio 2017.-
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