Empieza el jardín: tiempo de adaptación
El jardín
puede formar parte de una institución
educativa tradicional o vanguardista, o ser un jardín rodante que desarrolla su
actividad en las casas de las familias, o ser un grupo de juego de algunas veces por semana. Algunos niños se
iniciarán en el jardín maternal, que recibe a bebés desde 45 días de vida hasta
los 3 años, y otros en el de infantes (de 3 a 5 años). Sea cual sea la opción que se elija, la
elección del jardín representa un momento importante: hay que decidir dónde y
con quién se quedará nuestro hijo mientras no está con nosotros, durante cuánto
tiempo, en qué entorno, bajo qué normas. Los niños tendrán que salir del ámbito
del hogar, separarse de sus padres, incorporar ritmos y hábitos diferentes, y
para lograrlo de modo armonioso deberán transitar un período de adaptación.
La adaptación es un proceso gradual y progresivo, con avances y retrocesos. No hay recetas mágicas ni manual de
instrucciones. Lleva tiempo, no se da de un día para otro. Puede durar varias semanas
o incluso meses y esto va a depender de cada niño y su familia, porque si bien
quienes salen de casa para comenzar una nueva actividad son los chicos, muchas
veces los padres son quienes experimentan mayor ansiedad y temor. Aceptar que nuestros hijos pueden ser
cuidados y queridos por otros y que no somos tan imprescindibles como pensamos
no siempre es fácil. Muchas veces nos sentimos culpables por tener que volver a trabajar y no contar
con quién dejarlos. Otras veces el jardín representa el único modo posible de
recuperar espacios propios. Cualquiera sea la situación particular de cada uno,
es importante reconocer qué nos pasa y preguntarnos por qué nos sentimos así,
sin perder de vista que quienes enfrentan el mayor desafío son nuestros hijos,
y debemos acompañarlos y contenerlos.
Es importante que los padres estén de acuerdo en que el niño concurra al jardín y se sientan
seguros con la decisión. Si para el adulto esto es motivo de angustia y
tiene una actitud vacilante, el niño lo percibe por más pequeño que sea, y le
resultará muy difícil quedarse en el jardín y disfrutar su tiempo allí. Si bien no todos los chicos se adaptan de igual manera y al
mismo tiempo, existen algunas condiciones generales que ayudan a lograr un buen
proceso de adaptación:
·
Hay que preparar a los
chicos para la llegada al jardín: Contarles cómo es, cómo se llama la
maestra, cuánto tiempo se quedará, que hay otros nenes, que hay juguetes,
etcétera. Es importante hablarles, comunicarles los cambios aunque sean bebés,
así además de información les transmitimos confianza.
·
No irnos a escondidas,
sin que nos vea. Despedirnos es
tan necesario como saludable para el niño; hacerlo con
alegría y decirle que volveremos a buscarlo le dará seguridad. La
claridad y la honestidad generan confianza.
·
No llegar tarde a buscarlos, esto les produce mucha angustia.
Nuestro hijo nos estará esperando ansioso en el horario convenido. Hagamos que
el reencuentro sea un momento placentero y amoroso.
·
La comunicación con la maestra debe
ser fluida y diaria. Ella es quien estará con nuestro hijo, tiene experiencia y puede
acompañarnos en la adaptación. Seguir
las consignas que nos da, atender a sus observaciones y transmitirle las
nuestras, facilita la tarea y nos da tranquilidad.
·
Llevar
algún juguete u objeto muy querido al jardín durante los primeros tiempos puede
ser un buen recurso para sentirse más seguro y acompañado en los más pequeños,
o para favorecer la integración con los pares en los niños más grandes.
·
Una vez concluida la fase de adaptación, las despedidas deben ser claras,
firmes, alegres y breves. Demostrarle a nuestros hijos que nos sentimos
tranquilos y seguros porque los dejamos en un buen lugar que elegimos para que
los cuiden, garantiza un buen pasaje de los chicos por el jardín.
Lic. Gabriela Nelli
Texto publicado en la revista Nacer y Crecer, 2013.
Texto publicado en la revista Nacer y Crecer, 2013.
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