Empieza el jardín: tiempo de adaptación


Los inicios nunca son fáciles, y como toda nueva etapa que está por comenzar, el ingreso de nuestros hijos al jardín nos genera mucha alegría, ansiedad, expectativa y emoción, pero también aparecen dudas, temores e incertidumbre. La angustia por la separación, la vulnerabilidad del bebé, su incapacidad de verbalizar, las dudas: lo cuidarán bien? Y si llora y no saben por qué? Me llamarán si se lastima? Le harán upa? Podrán atender a tantos chicos a la vez? Y si extraña? Todas estas cuestiones resultan inevitables, pero pueden ser menos acuciantes si nos tomamos el tiempo para elegir el jardín que más se acerque a nuestro estilo y necesidades y conocer su funcionamiento.



El jardín puede formar parte de una institución educativa tradicional o vanguardista, o ser un jardín rodante que desarrolla su actividad en las casas de las familias, o ser un grupo de juego de algunas veces por semana. Algunos niños se iniciarán en el jardín maternal, que recibe a bebés desde 45 días de vida hasta los 3 años, y otros en el de infantes (de 3 a 5 años).  Sea cual sea la opción que se elija, la elección del jardín representa un momento importante: hay que decidir dónde y con quién se quedará nuestro hijo mientras no está con nosotros, durante cuánto tiempo, en qué entorno, bajo qué normas. Los niños tendrán que salir del ámbito del hogar, separarse de sus padres, incorporar ritmos y hábitos diferentes, y para lograrlo de modo armonioso deberán transitar un período de adaptación.
La adaptación es un proceso gradual y progresivo, con  avances y retrocesos. No hay recetas mágicas ni manual de instrucciones. Lleva tiempo, no se da de un día para otro. Puede durar varias semanas o incluso meses y esto va a depender de cada niño y su familia, porque si bien quienes salen de casa para comenzar una nueva actividad son los chicos, muchas veces los padres son quienes experimentan mayor ansiedad y temor.  Aceptar que nuestros hijos pueden ser cuidados y queridos por otros y que no somos tan imprescindibles como pensamos no siempre es fácil.  Muchas veces nos sentimos culpables por tener que volver a trabajar y no contar con quién dejarlos. Otras veces el jardín representa el único modo posible de recuperar espacios propios. Cualquiera sea la situación particular de cada uno, es importante reconocer qué nos pasa y preguntarnos por qué nos sentimos así, sin perder de vista que quienes enfrentan el mayor desafío son nuestros hijos, y debemos acompañarlos y contenerlos.

Es importante que los padres estén de acuerdo en que el niño concurra al jardín y se sientan seguros con la decisión. Si para el adulto esto es motivo de angustia y tiene una actitud vacilante, el niño lo percibe por más pequeño que sea, y le resultará muy difícil quedarse en el jardín y disfrutar su tiempo allí. Si bien no todos los chicos se adaptan de igual manera y al mismo tiempo, existen algunas condiciones generales que ayudan a lograr un buen proceso de adaptación:

·         Hay que preparar a los chicos para la llegada al jardín: Contarles cómo es, cómo se llama la maestra, cuánto tiempo se quedará, que hay otros nenes, que hay juguetes, etcétera. Es importante hablarles, comunicarles los cambios aunque sean bebés, así además de información les transmitimos confianza.

·         No irnos a escondidas, sin que nos vea. Despedirnos es tan necesario como saludable para el niño; hacerlo con alegría y decirle que volveremos a buscarlo le dará seguridad. La claridad y la honestidad generan confianza.
·         No llegar tarde a buscarlos, esto les produce mucha angustia. Nuestro hijo nos estará esperando ansioso en el horario convenido. Hagamos que el reencuentro sea un momento placentero y amoroso.
·         La comunicación con la maestra debe ser fluida y diaria. Ella es quien estará con nuestro hijo, tiene experiencia y puede acompañarnos en la adaptación. Seguir las consignas que nos da, atender a sus observaciones y transmitirle las nuestras, facilita la tarea y nos da tranquilidad.
·         Llevar algún juguete u objeto muy querido al jardín durante los primeros tiempos puede ser un buen recurso para sentirse más seguro y acompañado en los más pequeños, o para favorecer la integración con los pares en los niños más grandes.
·         Una vez concluida la fase de adaptación, las despedidas deben ser claras, firmes, alegres y breves. Demostrarle a nuestros hijos que nos sentimos tranquilos y seguros porque los dejamos en un buen lugar que elegimos para que los cuiden, garantiza un buen pasaje de los chicos por el jardín.

Confiar en la institución y en la maestra es una de las principales condiciones para realizar una buena adaptación. Si creemos que nuestro hijo estará en un espacio seguro, estimulado y bien cuidado, nos sentiremos más confiados y seguros para acompañarlo en el proceso, y así él podrá sentirse a gusto en ese nuevo ambiente. Poco a poco irá convirtiéndose en un lugar de pertenencia donde jugar, crecer, compartir y disfrutar. Démosle tiempo y tomémonos nosotros tiempo también. La adaptación no es solo del niño, es de toda la familia. Dialogar, hablar de las emociones e inquietudes que esto nos genera, hace que el margen para la angustia sea mucho menor y que aumenten las posibilidades de un proceso exitoso.
Lic. Gabriela Nelli
Texto publicado en la revista Nacer y Crecer,  2013.
 
 

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